Dali imitando a Paola Mengual by AgradoLa vida de una moderna que se precie tiene ciertos inconvenientes que servidora ha sufrido en sus propias y prietas carnes. Visitar museos es uno de ellos, y cuando se trata de museos de arte contemporáneo puedes sentirte teletransportada a una verdadera galería de los horrores.
No quiero entrar en el debate sobre la transformación de las obras artísticas en meros objetos de decoración a partir del nacimiento del Pop Art, pero algunos cuadros parecen pintados con un palo de alcachofa. Servidora ataviada con sus mejores galas y acompañada de La Nácar y nuestras gafas de pasta respectivas fuimos testigas mudas del declinar del Arte.
Menos mal que una turba de conciudadanos vestidos con originales atuendos del Carrefour nos amenizó la visita con sus andares caballunos y su no para de hacer fotos a los cuadros mas aterradores. También queremos dar las gracias al personal empleado en el Museo Patio Herreriano por su afán protector hacia los cuadros que albergan. En algunos casos este afán nos llevo a tener a una simpática damisela respirándonos en el cogote mientras nos extasiábamos contemplando informes manchas grises en un lienzo.
Además de estos vastos contactos con la flor y nata del mundo museil también frecuentamos antros de lo más variopinto en nuestra infructuosa búsqueda de una taberna acorde con nuestra infinita ansia de modernidad. Alguna vez con suerte, como el descubrimiento del Minimal Tunning, que no consiste en tunear coches de micromachines sino en decorar bares con botellas de Sprite a modo de lámparas, tuberías de plástico en la pared, un par de espejos oscuros en las columnas y luces de colores. El resultado es de lo más fetén.
La próxima entrega de este post coleccionable por fascículos versará sobre nuestras aventuras y desventuras en tascas de cuidada estética hindú y espíritu deliberadamente chabacano.
