Queridas modernas y gafapastas varias.
Hasta hace poco desconocía la importancia que la cerveza ha tenido para la civilización. La cerveza siempre me ha sabido agria y rancia, casi tanto como Teresa Viejo en camisón, pero desde hace algún tiempo me estoy aficionando a la Franziskaner.
En mi continuo afán por dar empaque intelectual a mis bebercios descubrí que un científico de la Gran Bretaña afirma que la cerveza esta íntimamente ligada al desarrollo de la civilización occidental.
Antes de que hubiera cerveza, la humanidad vagaba sin rumbo y seguía a las cabras. Entonces se dieron cuenta de que la cebada podía crecer y brotar y convertirse en pan y ser desmenuzada para convertirse en un líquido elemento que ofrecía una sensación agradable y templada.
Así fue como la humanidad se mantuvo en el mismo lugar para ver el grano florecer y mientras la cerveza se iba produciendo, también lo hacían las casas, las aldeas, luego los pueblos, y luego las ciudades. Con esas ciudades comenzaron a aparecer otros talentos, y las ideas de especialización y tecnología lograron que llegásemos a esta fase actual en la industria de las tecnologías de la comunicación
Varias frases célebres:
"El que bebe cerveza duerme bien. El que duerme bien no puede pecar. El que no peca va al cielo. La lógica es impecable" Nick Farell (el señor del estudio)
"Cerveza, a la vez, causa y solución de todos mis problemas" Homer Simpson (empleado de central nucelar)
El estudio pierde un poco de credibilidad científica cuando te enteras de que está patrocinado por fabricantes de cerveza, pero eso es lo de menos. Nosotras somos más alcohólicas que científicas.
Las suizas celebramos un pequeño cónclave el pasado sábado que consistió básicamente en beber cerveza, con el único objetivo de colaborar en el desarrollo de la humanidad. El problema vino cuando nos tocó auto servirnos las Franziskaner. Resulta modernas que tiene un método muy especial para servirse, das la vuelta por completo a la botella y dejas que la cerveza salga sin control. Bueno, o eso creía Kiki Deluxe. Menudo espectáculo montó la muy suiza. La jarra se llenó repentinamente de espuma, la botella también y todavía sobró un poco para cubrir parte del suelo.
El resultado fue varios gritos de pánico por parte de de las componentes del Escudo y amagos de celebrar una fiesta de la espuma mientras el resto de la taberna nos miraba como si fuésemos prepúberes. Cuando degustábamos la cerveza nos cayó parte de la decoración del bar en el cuero cabelludo, lo que provocó más gritos estilo ¡Quítamelo! ¡Quítamelo! ¡Aaaaaaaah!
El problema de este tipo de cervezas es que son tan densas que acabas empachada. Como decimos en Suiza, se dicen más tonterías cuando estás comida que cuando estás bebida.
Mood: Alérgica perdida
Playing: Sálvame – Bibi Andersen